16 abr 2013

Enfermedad mental, violencia y muerte

Salud mental
Por:José Carlos Fuerte . Medico Psiquiatra

Un nuevo crimen saltó a los teletipos informativos y nos entristeció el plácido fin de semana. Nuevas víctimas inocentes, nueva discordia familiar, nuevo asesinato múltiple. La sociedad vuelve a adoptar una vez más una pose de indignación y de fingida sorpresa. En esta ocasión el hecho ha ocurrido en Manzanares, un pueblo de la Castilla La Mancha. Allí la desgracia se cebó con unos hermanos de 14 y de 5 años, asesinados por su propio padre. El homicida mató después a su suegra que era quien cuidaba a los niños tras la separación del matrimonio, y posteriormente el asesino múltiple se suicidio.


Los telediarios han dado la noticia con la frialdad que su profesionalidad requiere y aconseja. Además, lamentablemente, la escena se repite cada vez con más frecuencia, y pronto, mucho me temo que estas noticias dejarán de tener el impacto mediático que todavía hoy proporcionan. Lo curioso, y a mi modo de ver también peligroso, es que la noticia se enmarque dentro del llamado maltrato doméstico. Al parecer, el matrimonio se había separado, la mujer se había ido del hogar familiar, la abuela materna cuidaba a los hijos y un hombre desesperado, abrumado por el dolor y la impotencia, enajenado y deprimido, realizó la mayor barbaridad que se puede llegar a hacer: segar la vida humana. En este caso con el agravante de que las vidas aniquiladas eran las de sus propios hijos. No lo justifico, faltaría más, sólo lo explico.

Estos días precisamente hemos reflexionado en un simposio celebrado en la Inmortal ciudad de Zaragoza, sobre la peligrosa y equivocada relación entre el crimen y al enfermedad mental. Juristas, psiquiatras, psicólogos, y trabajadores sociales hemos expuesto opiniones diversas, a veces contradictorias, tal vez inquietantes, pero siempre honestas y rigurosas sobre un asunto que merece un estudio en profundidad.

Permítanme que les de unos datos al respecto, que allí se barajaron: En primer lugar, las personas con enfermedad mental son más víctimas que autores de hechos violentos. Según algunos estudios los enfermos mentales sufren actos violentos o delictivos hasta 14 veces más que la población general. En segundo lugar, según otros, la frecuencia de conductas violentas en pacientes con esquizofrenia puede llegar a ser de 3 a 56 veces mayor que en la población general. En tercer lugar, en estudios con amplias poblaciones de delincuentes se ha comprobado que al menos el 10% padece alguna enfermedad mental grave, hasta el 40% de ellos recibe a lo largo de su vida un diagnóstico de esquizofrenia, el 37% de patología afectiva, pero que sólo el 33% de ellos mantienen un contacto estable con los servicios de salud mental. En cuarto lugar, el abuso de sustancias multiplica por 16 el riesgo de ser detenido y condenado por conducta violenta en personas diagnosticadas de esquizofrenia. En quinto lugar, la pericia psiquiátrica en su conjunto, ha aumentado más de un 200% en los últimos 5 años (sobre todo a expensas de los juzgados de familia y de violencia domestica). En sexto lugar, los medios de comunicación (informativos y magazines) dedican aproximadamente un 23% de su tiempo de emisión a cuestiones relacionadas con la psiquiatría legal. En séptimo lugar, en una encuesta realizada por Asociaciones de Familiares de enfermos mentales, el 2º motivo de inquietud y preocupación de las familias, es la estigmatización del enfermo por razones de peligrosidad criminal y social. En octavo lugar, los problemas legales del enfermo mental constituyen el 2º motivo de inquietud y de preocupación para el psiquiatra. En noveno lugar, el 85 % de los psiquiatras clínicos reconocen tener un gran desconocimiento en materia legal. Y, en décimo y último lugar, el 85 % de la población general asocia enfermedad mental a delito, violencia y agresividad.

La casuística y las opiniones son confusas. Por un lado hay abundantes estudios que avalan y afirman que el enfermo mental no es más peligroso que el resto de la población; otros en cambio no comparten esta postura y observan un incremento de la peligrosidad unida a algunos trastornos psiquiátricos, los más graves.

Obviamente, desconozco en profundidad lo que ha acontecido en este pueblo manchego, pero por lo que nos ha llegado a través de los medios de comunicación me atrevo a aventurar ya un diagnostico, en fin, osado e imprudente que es uno. El parricida-suicida tenía una depresión severa con ideas delirantes de ruina que le llevo a ejecutar un 'homicidio por compasión'.

En su mente la idea era clara: El mundo en el que vivían él y sus hijos no merecía la pena, era un desastre, todo estaba perdido, la suerte echada. De esta forma y para 'evitarles mayores desgracias' toma la decisión 'enfermiza y atribulada' de ejecutar su crimen y poner el punto final a su tragedia personal.

Esto no se puede incluir conceptualmente dentro del maltrato doméstico en mi opinión. Se trata de una cruel, absurda y delirante conducta patológica cometida por un desequilibrado/enfermo/trastornado, que en lugar de haber sido tratado medicamente, sólo recibirá un fugaz tratamiento mediático, y dentro de unos días pasara a formar parte de la lista lúgubre y tétrica de la España profunda.

Por mucho que nos duela la conducta criminal con alguna frecuencia tiene anclajes en alteraciones y anomalías psicopatológicas. En ocasiones, las ideas y pensamientos destructivos y violentos se construyen en base a una interpretación muy deformada de la realidad, otorgando importancia desmedida a ciertos sentimientos negativos. Este padre probablemente estaba delirantemente convencido de que la muerte era una solución, un descanso, un escape ante la adversidad y la desgracia. Y probablemente quiso ofrecer su macabra y siniestra 'solución' a lo que mas quería: a sus propios hijos.

Además de sentir tristeza y dolor, nuestra obligación es insistir en que las enfermedades psíquicas no son invenciones ni de los médicos ni de la industria farmacéutica, como algunos iluminados quieren transmitir en programas televisivos de gran audiencia.

Muchas de las personas que van por la calle de nuestras ciudades tienen una salud mental frágil incluso deficitaria. Además, los psicofármacos son necesarios para modular muchas de las conductas agresivas, impulsivas y delirantes, y es imprescindible modificar la regulación del tratamiento involuntario del enfermo mental, en fin que como dice el refrán popular, a "obras son amores que no buenas razones". ¡Descansen en Paz!

> En la imagen, las banderas del Ayuntamiento de Manzanares ondeando a media hasta.

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