Se trata de un cuadro médico provocado por situaciones de exclusión social extremas entre los extranjeros irregulares.
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Varios inmigrantes se concentraron el pasado viernes en las inmediaciones del Ayuntamiento de Salt
P. Rodríguez
El empeoramiento de la situación económica en España está disparando los casos de «síndrome de Ulises», un trastorno que afecta a los inmigrantes y que pueden estar sufriendo más de un millón de personas. El «síndrome de Ulises», cuyo nombre clínico es síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple, fue descubierto en 2002 por Joseba Achótegui, director del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a inmigrantes y refugiados del Hospital Sant Pere Claver de Barcelona.
Esta patología la sufren los inmigrantes irregulares, aunque cada vez afecta más a los extranjeros que están a punto de perder el permiso de trabajo y el de residencia por el aumento del paro y el endurecimiento de las condiciones laborales.
Segun Achótegui, el número de afectados en los últimos meses se ha multiplicado de forma exponencial y, aunque es muy difícil de cuantificar, estima que más de la mitad de los irregulares ya tienen los síntomas.
Crisis personal
Si se atiende a los datos del Instituto Nacional de Estadística, que reflejan que la cifra de «sin papeles» supera ya el millón y medio de personas, las personas afectadas por el síndrome podrían estar por encima de los 750.000 extranjeros. Sin embargo, las cifras pueden superar el millón porque, según avisa Achótegui, existe un gran colectivo que ya tiene los síntomas, ya que, a pesar de tener los papeles en regla, están a punto de perder sus permisos de residencia y de trabajo por no tener un empleo que les permita seguir nuestro país de forma legal.
Este grupo ha pasado de estar de una manera apurada a vivir situaciones críticas. La falta de trabajo empuja a los hijos y uno de los miembros del matrimonio a volver a su país de origen, mientras el otro se queda para mantenerlos y ahorrar un dinero que les permita trarles de vuelta en el futuro.
Desde la lejanía
La teoría del «síndrome de Ulises» se basa en el agravamiento de alguno de los siete «duelos» que intervienen en todo proceso migratorio que, según Achótegui, son la familia y los seres queridos, la lengua, la cultura, la tierra, el estatus social, el contacto con el grupo de pertenencia y los riesgos para la integridad física.
Estos «duelos» tienen tres niveles de intensidad. El más complicado, el extremo, rompe la capacidad de adaptación del individuo y conlleva la sensación de soledad, sentimiento de fracaso y una lucha diaria por la supervivencia, que se traduce en estrés, miedo, falta de seguridad, tensión, tristeza e insomnio.
Las personas que sufren el síndrome pueden superar el problema, aunque depende mucho de sus circunstancias personales. De los casos más extremos, entre el 10 y el 15 por ciento acaban en una depresión o en un estado de psicosis, el resto suele evolucionar de manera positiva. «No son enfermos, hay que tratarles como personas sanas en una situación extrema», apunta.
La base del tratamiento, añade, «es la terapia psicoeducativa: reforzar sus capacidades, ayudarles a expresar sus sentimientos, ofrecerles grupos de apoyo, enseñarle a tener una mejor higiene del sueño y proporcionarles mayor estabilidad personal».
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