USANA ELGUEA. 20minutos.es
Forjar un futuro en un país que no es el tuyo no es sencillo. Algunos lo han conseguido con esfuerzo, pero otros no descartan volver cuando ven que la situación económica en nuestro país es cada vez es peor.
Calin, Rumanía: «Entré ilegal y ahora quiero comprarme un piso»
Llegó en autobús desde Rumanía e intentó entrar a España por la frontera de Irún (Guipúzcoa), pero «me echaron para atrás, la cosa era difícil y tuve que entrar como ilegal». Calin encontró trabajo en Madrid, en un restaurante, y logró el permiso de residencia acogiéndose a la figura de arraigo. Trabajó en el restaurante durante tres años y luego encontró un empleo mejor pagado como fontanero.
«Se nota la crisis porque nosotros trabajamos en obra nueva», nos cuenta. En 2002 llegó a España Cristina, su novia, también rumana, que trabaja de camarera. Aquí se casaron y, por el momento, aquí se quedan. «Este verano fui tres meses a Rumanía y los ahorros de aquí se gastan mucho más rápido allí», dice. Ahora viven en Móstoles (Madrid), en una casa de alquiler (550 euros mensuales), pero ya piensa en «aprovechar la caída del precio de los pisos para comprar».
Calin tiene un sueldo de 1.500 euros mensuales; Cristina cobra 1.300 mensuales. Juntos forman una pareja más en vías de hipotecarse.
BIO Calin Marginean nació en Cluj hace 30 años. «Vine a España en enero de 2000, mitad por aventura, mitad por intentar tener una vida mejor». Ahora quiere comprar piso aprovechando la bajada de precios.
Darwin y Marcela, Ecuador: «Volveremos a Ecuador si sigo sin tener trabajo»
Marcela trabaja sin contrato cuidando a una señora, y él lleva un año y medio en el paro. Trabajaba haciendo reformas para una empresa y ahora cobra 400 euros al mes desde que se le acabó el subsidio, pero ya sólo le quedan tres meses.
Viven en una casa de alquiler por la que pagan 320 euros, y tienen dos bebés, de dos años y cuatro meses y de tres meses. Los dos niños han nacido en España, pero sólo el mayor tiene la nacionalidad, cuando nació la pequeña las normas habían cambiado. Darwin y Marcela llegaron a España cuando no era necesario presentar un visado, pero ahora el desempleo les hace replantearse su vida. «Aquí nos quedaremos un poco más, pero si no encontramos trabajo habrá que regresar». «En Ecuador podemos vivir sin tener que pagar alquiler», recuerda Darwin. No se quejan del trato que les han dado en España. «Mi jefe era superbuena gente, pero no le salían obras y tuvo que despedirme, él me contrato sin papeles y luego me los hizo».
BIO Darwin Flores (27 años) y Marcela Murillo (26) son un matrimonio de ecuatorianos y viven en Valencia. Ella llegó en 2001 y él, en 2003. Tienen permiso de trabajo, de residencia y dos hijos pequeños.
Thami, Marruecos: «Cambiar de país y de idioma no fue fácil»
Encontramos a Thami asesorando a un compatriota en un bar de Lavapiés (Madrid). Es licenciado en Derecho y ahora está estudiando el doctorado. Se gana la vida como mediador social intercultural en un colegio público de Madrid. Asegura que, sin pretender generalizar, «hay conflictos normales de niños, pero de tipo intercultural». Está acostumbrado a escuchar «historias muy fuertes», y cree que «hay gente que siente el racismo en su piel», pero admite que sus amigos «españoles y no españoles están muy sensibilizados porque trabajan en lo social». Lamenta que algunos medios de comunicación «traten de culpar a los inmigrantes de la crisis, cuando en realidad son una víctima más». Vive con su novia, estudiante marroquí, en un piso de alquiler en el barrio de Aluche. «No tenemos ningún problema económico». Dice que «a corto y medio plazo se queda en España». Ya tiene el permiso de residencia permanente y está esperando a que le den la doble nacionalidad.
BIO Thami tiene 36 años, nació en Marruecos y llegó a España hace diez como estudiante de Derecho. «No me resultó sencillo, porque cambié de país, de idioma…, pero con el tiempo los problemas van desapareciendo».
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